viernes, 28 de noviembre de 2008

Comprensión (parte 1)

Los últimos años de mi vida he entregado cada segundo en buscar la manera de ser feliz, siempre atento y dedicado a no sufrir. Llegue al punto de vivir solo, alejarme de los amigos, olvidar rápidamente a cada sensación, cada sentimiento.
Me amarre a los amores baratos y busque entre vino y baretos tu presencia. Me hallaba adicto a los ojos de la moza y siempre quise ser mas que de lo que se me dio, terminando siendo un proletario mas de los suburbios mas pavorosos que anidan lagrimas añejas de un vaivén de sin sabores.
Los besos me ahogaban y los vinos me endulzaban en las noches de búsqueda, todo era negro, me alimentaba de los grises de mi pasado y no había mas nada, solo el calor de un whisky barato y la sombra del árbol donde borracho me eternicé y te maldije.
Por momentos siento que la soledad es la mejor receta para salir ileso de cada encuentro de cama y cada mañana me pregunto si atino con la comprensión que utilizo para tomar cada decisión y me arrepiento y me castigo una y otra vez.
Mis manos calladas aprietan la mentira de amar los relieves de la vida y la gente pasa como si no existiéramos como si jamás te hubiese besado. Me reclino en la ventana y la mañana me sorprende con un sol nuevo y nuevamente la esperanza de que hoy quizá sea este el día de quitarme toda congoja y sembrar en mi pesares un sendero de alegrías. Pero al fin la tarde me termina con crepúsculo eterno y desesperanza.

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