domingo, 24 de febrero de 2008

Despedida. ¿Y ya van?


Y hoy ya va una ves mas que me dejas esperando, me gasto la memoria para retenerte y no olvidarte.
Sin nada mas que hacer vuelco la taza de te, me siento cansado de verte tan pequeña, en tu inocencia perdida.
Aprieto mis manos y quiebro las ramas del árbol de la entrada, así matas a mi corazón con tu divinidad, cargada de desenfreno.
Temo que volveré a ser ese loco ermitaño que vaga entre sueños de mujeres desesperadas, temo que optare por amarte desde mis canciones.
Por encima de todos los momentos siempre me dejas un sabor amargo, ya deja de poner dulces en mi boca, por la noche se va el sabor y queda la tristeza, así eres tu amor, veneno tardío, veneno moribundo que mata muy despacio, que me emboba.
Temo que volveré a viajar en el tiempo, y así llorar por lo que perdí y no llorar por lo que tengo.
Todas las voces se unen cuando el árbol cae, todas las almas prometen hacerte olvidar el daño y la memoria te agita como un huracán en libertad.
¿Por qué tú sigues matando este amor? ¿Por qué?
Imagínate, imagíname; ya no creo que esto sea parte de un futuro. Cuanto mas pasan las horas mas duro seré contigo, pero después no me juzgues, ni traslades tus errores a mi, es todo culpa tuya amor.
También te culpo por haberme enamorado así, vivir volando sin miedo a nada, musa de mil maneras, corazón; vino fino en mi paladar.
Y ahora solo me queda escribir una nueva canción sobre el amor que perdí por imbécil y temeroso; o el amor que deje por conveniencia.
Seguiré yendo a verte con la excusa de que tu hermano me llamo otra ves, quizá tu te des cuenta que me amas y antes de partir me pidas que me quede a tu lado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

bello, muy bello