martes, 21 de agosto de 2012


Queda el sabor amargo de la derrota, el interrogante en tus silencios y mis manos cansadas buscan entre las letras de la computadora las palabras que vuelquen mis dudas, las palabras que esta noche me dejen dormir.

Queda el semblante de tus parpados cansados y el talante de mis manos maldiciendo no encontrar el hueco que anide a tu vientre y mis ojos sollozos que una noche más no pueden descansar ni un poco más que mi cabeza.

El latido de tu corazón agitado golpea mi colchón que arropa mi frio cuerpo deseoso de tenerte aquí conmigo, lejos de tanto ruido, lejos de pensar que comprendan este amor, que no se gasta ni se apaga.

Y después de todo queda el dulce sabor de tus labios, el recuerdo cálido y vanidoso de haberte amado cada centímetro, cada minuto tan lleno de paz, de haber conocido el amor, aunque fugaz, aunque no vuelva, siempre estará. 

No hay comentarios: